
Durante los últimos días, en General Roca comenzaron a multiplicarse los reclamos de vecinos que aseguran haber sido víctimas de un esquema delictivo que utiliza como fachada el oficio de afilador. La maniobra es clara: se ofrece un servicio a un precio muy bajo, se concreta el trabajo y, una vez finalizado, aparecen exigencias de sumas exorbitantes que se cobran bajo presión.
El primer hecho se conoció el domingo por la tarde. Una vecina del centro relató que un hombre se presentó en su domicilio para ofrecer el afilado de cuchillos y tijeras. Aunque en un inicio lo rechazó, la insistencia hizo que finalmente accediera. El trato inicial era de $2.000 por cada pieza.
Cuando el supuesto trabajador entregó los utensilios, la situación cambió de inmediato: le reclamó primero $88.000 y después casi $200.000. En medio de la discusión, llegaron dos hombres más que se sumaron al hostigamiento. La mujer, atemorizada, aceptó realizar varias transferencias hasta que los sujetos se retiraron de la vereda.
Ese mismo día, otro vecino atravesó un episodio similar. Había entregado un cuchillo para afilar por $5.000, pero terminó transfiriendo $150.000 tras la presión ejercida por el afilador.
El miércoles por la mañana se difundió un tercer caso en la zona del Canalito: una pareja pactó el servicio por $7.000, pero el afilador exigió luego $180.000. Como se negaron a pagar, permaneció frente a la vivienda durante un largo rato hasta que la situación se resolvió.
Al menos una de las víctimas radicó la denuncia correspondiente. Desde la Policía confirmaron que este mecanismo ya había sido detectado en otras épocas en General Roca, aunque hacía tiempo que no se registraban hechos similares. También aclararon que, aunque los pagos se concreten mediante transferencias, se trata de robos bajo intimidación, ya que las víctimas ceden el dinero en un contexto de presión.
Las fuerzas de seguridad remarcaron que el método se repite: se promete un costo bajo como anzuelo, se realiza el trabajo y luego aparecen los reclamos de cifras desproporcionadas, acompañados de la permanencia de los individuos frente a la casa como forma de intimidación.
Ante este panorama, recomendaron no abrir la puerta a desconocidos, dar aviso inmediato al 911 en caso de sospecha y, si ya se fue víctima, dejar asentada la denuncia en la comisaría. También advirtieron que no todos los afiladores se dedican a este tipo de maniobras, aunque sugieren recurrir al servicio únicamente en lugares establecidos como zapaterías o talabarterías para evitar riesgos.