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Efecto Locche en la Esquina Bar

GENERAL ROCA – Cuando mañana a las 22, los seis integrantes de Efecto Locche desplieguen sus instrumentos en el bar de Tucumán y Córdoba, el jazz tomará cuerpo.

Llevan dos años ensayando, dándole forma a esa materia musical que mañana se desplegará en el bar de Roca. Los tres saxos, de Walter Lusarreta, Eduardo Prado Morillo y Víctor Baldebenito, más el piano de Sabina Muruat, la batería de Mauricio Costanzo y el bajo de Claudio de Angelis volverán al ruedo después de un cambio en el equipo (salió Mario Silveri y entró Pedro Morillo) y de dos presentaciones anteriores, en Roca y en Neuquén.

“Uno suena de una manera en los ensayos pero está bueno rodar un poco, probarse en vivo. El jazz tiene mucho de “en vivo”; lo que pasa en un escenario es muy importante. Después de estar mucho tiempo tocándolo las cosas van madurando”, dice Walter Lusarreta en un impasse de ensayo, antes de la presentación.

Lo que hará Efecto Locche mañana, entonces, será interpretar temas propios (algunos del mismo Lusarreta y otros de Baldebenito), un desafío que ellos mismos se impusieron cuando formaron este sexteto, dos años atrás. Y cuando decidieron además, ponerle ese nombre tan ajeno al jazz, al menos en apariencia.

Mauricio Costanzo cree que, aunque el boxeo y el jazz no parecen hermanados, sí hay lazos que los unen. Ahí está el gran Miles Davis, fanático de ese deporte. Y Julio Cortázar, el escritor que amaba el boxeo y que incorporó, como pocos, a sus textos todo el jazz que fue capaz de oír.

“Cuando uno charla sobre el nombre que le va a poner a una banda puede estar siete días seguidos hablando sin parar. Nosotros no tenemos ninguna onda con el box, pero con él si. Locche era una especie de boxeador que iba en contra de las reglas del boxeo porque su máxima capacidad era la de esquivar. Ganó peleas sin pegar una sola trompada. Es arte lo de Locche, no es box”, se entusiasma Costanzo.

Lo de ellos no será esquivar. Pero sí apuestan al arte con una sonoridad poderosa, con sutilezas. Y entrenan duro. “Tenemos mucho trabajo previo con la improvisación; mucho trabajo de ensamble y a la vez mucha libertad a la hora de hacer música”, dice Lusarreta. Y habrá que creerles. Mañana, salen al ring. (DRN)

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